martes, 4 de mayo de 2010

La contaminación y deforestación del Amazonas.

La deforestación en toda la cuenca del río Amazonas, considerada el gran pulmón del mundo, es peor de lo que se creía hasta ahora, según un estudio que hoy publica la revista Science.
La región amazónica es un ecosistema de selvas tropicales con una extensión de 7 millones de kilómetros cuadrados.Además, se trata de  la reserva biológica más rica del mundo, con varios millones de especies de insectos, plantas, pájaros y otras formas de vida, muchas de las cuales todavía no han sido registradas por la ciencia; y la cuenca que regula el clima de casi toda América del Sur. Sus arboles son, además,  los grandes procesadores de dióxido de carbono y suministradores de oxígeno del planeta.




Pero esta riqueza está amenazada. Al conocido factor de la deforestación, de la tala indiscriminada de árboles, se ha sumado ahora las actividades de la industria maderera en la región. 
La revista Science ha detectado, gracias a un nuevo método de imagen por satelite, grandes zonas donde los árboles y la flora tropical han sido reducidos a través de lo que calificó como "una tala selectiva".

En este tipo de deforestación sólo se cortan ciertas especies de árboles comercializables y los troncos se transportan a los aserraderos ubicados fuera del campo. Para detectar y cuantificar ese tipo de árboles, en los cinco Estados madereros más importantes de la Amazonía brasileña, los investigadores de la revista aplicaron un sistema que les permitió analizar cada uno de los píxeles de la imagen producida por tres satélites.

A través de ese análisis lograron determinar el porcentaje de tierra con flora y sin ella dentro de cada punto de la imagen. "Este método nos brinda un mapa increíble de la ubicuidad pero difusa variedad de las perturbaciones que existen en Brasil o en cualquier selva tropical", afirman en el artículo.




Según los autores, el volumen total de árboles talados representa entre 10 y 15 millones de toneladas métricas de carbono retirado del ecosistema. 

Los países en desarrollo: unos lo venden como la solución para la economía del empobrecido Estado de Rondonia, en la parte occidental de la Amazonia brasileña; otros, sin embargo, creen que es un paso más en la destrucción de la selva. La represa de Santo Antonio es uno de los proyectos más ambiciosos del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en el Amazonas: con una inversión de unos 8.000 millones de dólares, representa el mayor plan de desarrollo en la zona desde que el Gobierno militar abrió carreteras en la selva para poblar la región en los años 60. Y se ubica en el Estado con mayor índice de deforestación de la Amazonia.Cerca de 10.000 obreros trabajan en la obra, emplazada sobre el río Madera, el principal afluente del Amazonas. En el mismo río, está proyectada también la represa de Jirau. Cada una de ellas tendrá una capacidad de unos 3.000

El proyecto de ambas represas, sin embargo, es sólo el comienzo: en los próximos años se prevé la construcción de hidroeléctricas, carreteras, gaseoductos y redes de energía, inversiones por valor de 30.000 millones de dólares (unos 21.000 millones de euros) que pretenden explotar y transportar los recursos naturales de la zona.
Para los ecologistas brasileños, la autorización de esta represa supone poco menos que abrir la puerta a la entrada a machete en la selva. Preocupan las inundaciones y alteraciones en el curso de los ríos, y las imprevisibles consecuencias que estas podrían tener en el delicado ecosistema amazónico.
Uno de los motivos de inquietud es la contaminación: existe el peligro de que las represas liberen el mercurio que quedó depositado en algunas zonas desde que, en los ochenta y los noventa, se usaba este elemento para la extracción de oro. Otro extremo es cómo afectarán las hidroeléctricas a la biodiversidad de un río que se considera el más rico del mundo en especies de peces, con alrededor de 500. Además, ya se ha alertado de los riesgos para la salud humana: las inundaciones pueden provocar un repunte de las enfermedades tropicales asociadas a la acumulación de agua estancada, como el dengue, la malaria y la fiebre amarilla.

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